carta #3

Entonces, las ganas de verte se fueron calmando con todos los brazos que me fueron rodeando. Me fui perdiendo en las garras de cada animal que deseaba poseerme. Y en cada una de ellas te busqué y no te tuve.

Me privaste de darte un amor puro, algo real, algo bonito. No me dejaste demostrarte que podía ser todo y más de lo que buscabas.

Sé que no ves en mi posibilidad alguna de ser esa persona y estoy clara en ello. Pero no me juzgues por tratar de serlo. Amo ver tus fotos, como tratas de llamar la atención de esa persona que te quita el sueño, así como lo hago yo contigo. Pero que te puedo decir, tienes esa magia que por más que busque nadie puede llenar.

Me tienes encantada, y en lo profundo hipnotizada. Tienes tal efecto en mi que no tengo medio para explicarlo. No tengo control, te busco entre tanta gente y sigo rifándome al primero que me haga sentir lo que tú provocas en un día.

No me importa tamaño, color o raza, sólo quiero borrarte y sentir algo de nuevo. Te confieso que sería la persona más feliz si algún día me vieras con esos ojos. Pero tal vez, quizás en ese momento haya cometido tanto error que no valga la pena. Que ya no sea eso que pretendo darte en estos momentos. Quizás en ese momento no quede nada, no haya esa chispa ni la esencia, y sólo quede un cuerpo con una amplia sonrisa, y miles de demonios dentro desatados.

Que te puedo decir… día tras día entrego un poquito de lo que soy buscándote y viendo como también vacías tu alma por otro amor. Esto se complica cada día más… Pero, te prometo amor, que llegará ese día en que ya estaré completamente rota y ese día no te escribiré más.

Deja un comentario