carta #2

Qué te puedo decir… busqué de tu compañía una vez más y no me permitiste cruzar más allá. Simplemente evades cualquier acercamiento que te comprometa, que te haga sentir vulnerable. No entiendo que te causa tanto miedo de mi. Yo realmente no te haré daño. Sólo confía.

Me esquivas a cada momento, mas tu actitud es otra cuando estás a mi lado. Tendré que renunciar a ti como se me pide para que las cosas sigan su cause. Es una pena que no me quisiste en tu vida, no quisiste ver más allá de todos aquellos momentos hermosos vividos. Y aunque me he negado a reconocerlo, lo tengo que hacer. Cada salida me lastima, cada falta de afecto o de atención duele.

Que pena que no fuiste capaz de intentarlo. No fuiste capaz de ver en mi valor para crecer y creer. Yo vi en ti cosas que al parecer aún no ves. Espero que abras tu corazón, que no te prives de sentir. Ya sea dolor o amor, pero siente… busca más allá de lo físico, y si es por esa razón por la cual no puedes permitirte sentir hacia mi, pues entonces llenate de valor y enfrenta esa persona, que sepa que la amas.

Pero nunca te prives de sentir. Tienes unos ojos que enamoran y una mirada que llega al alma, no prives a nadie de disfrutar de tus sonrisas, de esos labios que acarician con tal suavidad que no te dejan olvidar. No prives a nadie de tus manos, esos dedos que saben la presión justa para deslizarse por la cintura. No prives a nadie de tu pecho, ese latido que tiene tu corazón cuando se duerme sobre él. No prives a nadie de sentir cosas hermosas hacia ti, de amarte y hacer que vuelvas a creer…

Bueno ya me despido, queriendo no hacerlo, te dejo libre para que ames, para que disfrutes esa vida, que no es agradable a mi lado, o que simplemente no te permites ver. Me encantaría que esta despedida fuése con un beso, pero tienes tanto miedo que tendría que esperar un mes.

Deja un comentario